
La mafia italo-norteamericana cobró fama por ser despiadados y estar cubiertos de un aura de misterio.
Pero además, vivían una vida de lujos, gracias a las grandes fortunas que amasaron a través de los negocios ilegales. Para ello, existió un gángster que se encargó de ordenar las cuentas de tan poderosa organización, que curiosamente no era italiano, sino judío, pero entendió a la perfección la forma de ascender en la Cosa Nostra.
Cuando el dinero sucio literalmente comenzó a ser un problema, este señor se encargó de crear un sistema financiero de lavado que salvó uno de sus principales obstáculos.
Lo invitamos a conocer a quien fue llamado “el contador de la mafia”: Meyer Lansky.
Foto: Al Ravenna, World Telegram staff photographer / Public domain