Sin registro y por fuera del código penal: Sicarios en Uruguay

30 septiembre 2025
A man is pointing a gun directly at the lens.

Desde hace al menos dos décadas la figura del sicariato y por ende el brazo ejecutor, el sicario se ha instalado en nuestro país.

Recientes casos nos llevan a mirar con detenimiento este fenómeno tan antiguo y que tiene raíces que se remontan al Imperio Romano.

Comencemos con la definición de la Real academia española:

Un sicario según la RAE es un asesino asalariado.

El término “sicariato” aparece en el imperio romano, cuando en aquella época se desarrollará una afilada daga llamada en latín “sica”, la cual, provista de un tamaño ideal, era utilizada para matar o para pasar desapercibida en el interior de la manga del vestido de quien debía dar muerte a una persona por encargo.

Esta daga dio por llamar “sicarius” al oficio y “sicarium” a la persona encargada de ejecutar a un ciudadano romano por orden o contrato.

El “sicarium” solía dirigir estos encargos, en contra de los enemigos políticos de su amo; más, el término sicario fue acuñado inicialmente en la lengua italiana del siglo XIV, mientras que el vocablo castellano fue incorporado en el habla latinoamericana apenas en la segunda mitad del siglo XX, a través del uso inicial de crónicas periodísticas.

Para conocer mas en detalle el perfil de este tipo de delincuentes, LCS converso con Gustavo Álvarez, Magíster en Psicología Forense, Psicoterapeuta y Perito Judicial de la Suprema Corte de Justicia

Para Álvarez el sicariato lleva al menos dos décadas instalado en el país, con un comienzo muy invisibilizado y entiende que primero hay que establecer las diferencias entre un mercenario, un asesino a sueldo y un sicario.

Álvarez señala que el mercenario vende sus servicios por dinero, es mano de obra proveniente de combatientes y ex combatientes, el asesino a sueldo tiene un largo expertiz y cobra por su accionar delictivo sin involucrarse emocionalmente en su tarea, es totalmente aséptico.

En tanto los sicarios son sujetos en general carenciados desde el punto de vista cultural por fuera del circuito laboral legal y educacional, donde el delito es algo transgeneracional.

Álvarez señala en que cuanto a la segmentación, se puede percibir al menos dos tipos de sicarios; sociópatas o antisociales y psicópatas.

Vamos por la primera caracterización: el sicario sociópata que son marginados "culturalmente" y su carencia de educación pueden llegar a ser "altamente manipulables.

Como señalábamos para el Magíster en Psicología Forense, hay otro grupo de sicarios denominados psicópatas y también un pequeño sub grupo que Álvarez destaca al final de su alocución.

Lamentablemente los menores no están exentos de estos actos de sicariato.

En 2018, la por entonces presidenta del Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (Inisa), Gabriela Fulco, dijo que en Uruguay se da una situación que las autoridades creían "muy difícil" que alguna vez "pudiera pasar".

Según Fulco muchos menores de edad que ingresan a las bandas de crimen organizado son asesinados una vez que cometen los homicidios para los que se los convoca, para desecharlos como testigos.

Fulco destacó que se hace "importantísimo" actuar "preventivamente antes de que los jóvenes lleguen con sus 13 años, que es la edad en la cual pueden ser imputados, al sistema penitenciario juvenil, en donde ya hay cosas que se perdieron por el camino".

Ese mismo año, 2018, la jueza de Adolescentes Aída Vera Barreto reconoció que comienza a observarse cada vez más menores sicarios, “una realidad incipiente que todavía no alcanza a los altos niveles de la Justicia de adultos” aseguró.

Por su parte en febrero de 2016 el por entonces Fiscal de Corte, Jorge Diaz, emitió una advertencia sobre el avance de los asesinatos por encargo en Uruguay, advirtiendo que esto marcaba una escalada de violencia que podría llevar a la utilización de sicarios contra policías, jueces y fiscales si no se detenía.

La advertencia de Diaz se dio tras un sonado caso de asesinato por encargo en el que una pareja paraguaya fue acribillada en la avenida Giannattasio, departamento de Canelones.

En 2021, el sociólogo Gustavo Leal, exdirector de Convivencia y Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior, escribió el libro “Historias de sicarios en Uruguay.

Según señala la descripción, se trata de un relato sobre 6 casos de sicarios en Uruguay, que ilumina sobre lo peor de la sociedad, pero que también intenta dar pistas para entender a sus protagonistas sin que eso implique justificar, aceptar o defender las atrocidades que cometieron.

Sobre esta obra se señala que la crudeza de los relatos de personas como los sicarios llamados el Fofón, el Caco o Muito Loco movilizan subjetivamente y provocan una sensación inicial de indignación y rechazo, esos testimonios nos interpelan como sociedad y cuestionan la validez de nuestros mitos fundantes, como la sociedad amortiguadora y la Suiza de América.

Se problematiza así la tantas veces ponderada excepcionalidad uruguaya y se muestra que, más tarde o más temprano, a partir de hibridaciones y emulación de los modus operandi, que los fenómenos regionales acaban por llegar.

En este sentido, Medellín, San Pablo o Ciudad Juárez no están tan lejos como quisiéramos creer.

En su libro Leal destaca que hay varios participantes en un acto de sicariato, un autor intelectual, un intermediario y el o los sicarios. O todo esto junto.

Al incrementarse el acopio de droga en nuestro país, el crimen organizado utiliza sicarios entre otras cosas para aumentar el poder de fuego y el combate entre las bandas.

Apoderarse de un territorio, o defenderlo también puede ser tarea de sicarios contratados por bandas criminales.

El sociólogo Nicolás Centurión, analista del crimen organizado recuerda el asesinato de Washington Risotto, acribillado por sicarios en un almacén del barrio Sur en Enero de 2012.

Risotto, contratista de futbol, se encontraba sentado en la entrada de un almacén en la esquina de Ejido y Bermúdez, "¡Te llegó la hora!", sentenció uno de los dos motociclistas que llevaban los rostros enfundados en medias de seda

Risotto no llegó a responder.

Los motociclistas le dispararon ocho tiros con pistolas 9 milímetros. Cinco de los disparos dieron en el torso, dos en la cara y uno en la espalda.

La policía informó que la muerte de Risotto fue ejecutada por sicarios, quienes llegan a cobrar hasta US $5.000 para ultimar a una persona.

¿Se registran homicidios cometidos por sicarios en nuestro país?

¿Están sistematizados estos datos?

LCS consultó a Diego Sanjurjo, Asesor del Ministerio del Interior

“Nosotros no tenemos esa diferenciación, porque nos parece poco útil. porque es difícil de discernir y probar, podes tener a un sicario que mata a un deudor en el marco del narcomenudeo, como a un sicario que mata a un marido, pagado por la esposa” aseguro Sanjurjo.

También consultamos a fuentes de la Fiscalía general de la Nación quienes informaron que tampoco existe esa estandarización para este tipo de delitos en el ámbito de los fiscales cuya tarea principal es dirigir la investigación de los delitos y ejercer la acción penal pública, actuando como la parte acusadora en el proceso penal.

Y la pregunta que muchos se hacen ¿Cuánto cobra un sicario por asesinar a una persona en Uruguay? Como se comprenderá es una pegunta muy difícil de responder, pero tenemos algunas pistas: En 2012 el secretario de la Junta Nacional de Drogas, Julio Calzada, afirmó en el Parlamento que la tasa de criminalidad en Uruguay estaba creciendo por el fenómeno del sicariato vinculado al tráfico de drogas y dijo que hay “personas que están dispuestas a matar a otra por $ 10.000”

En ese mismo año ante el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, el subsecretario Jorge Vázquez y el director Nacional de Policía, Julio Guarteche, autoridades de la Dirección General de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas exhibieron un video en el que un policía logra filmar a un sicario ejecutando a un narcotraficante.

Según relata posteriormente el Diario EL País, en base a fuentes policiales, “desde un puñado de dosis de pasta base hasta un mínimo de US$ 500 cobra un sicario para matar a un integrante de una banda rival de narcos, al dueño de una "boca" que no pagó la "mercadería" o al adicto que tiene viejas deudas sin saldar.

Como queda claro no siempre los sicarios reciben a cambio de sus encargos pesos, dólares u otra moneda.

En abril de 2019, en la ciudad de la Paz, departamento de Canelones, una mujer de iniciales MEL le encargó a su hermana que consiguiera a alguien “capaz de matar a su pareja”, según información que proporcionó a la Fiscalía. A cambio, le ofreció “compartirle bienes y regalarle materiales de construcción que existían en la barraca de la víctima”

La figura del sicario (o delito de sicariato), entendida para referirse a quien asesina por encargo a cambio de una compensación económica, no es contemplada en el código penal de nuestro país y en la mayor parte de las legislaciones latinoamericanas, esto es, en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Venezuela y como señalábamos Uruguay.

Por su parte, el delito de sicariato sí está contemplado en el Código Penal de Ecuador y Venezuela, y con mayor detalle, en el de Perú, que también sanciona la conspiración y el ofrecimiento para el delito. En Ecuador, la pena es de 22 a 26 años, y en caso de publicidad u oferta de sicariato, de 5 a 7 años.

En Uruguay se sanciona tal conducta, pero como una de las modalidades de “homicidio calificado” o de “asesinato, consistente en cometer el delito, por un pago, premio o promesa remuneratoria”.

El abogado penalista el Dr Pablo Casas explico a LCS cual es la pena por cometer un homicidio “por precio o promesa remuneratoria” y dijo que la pena está en el entorno de 15 a 30 años.

El sicariato uruguayo también actúa fuera de fronteras.

Vamos a contarles la historia de un sicario uruguayo que actuaba en ambas márgenes del Plata, con algunas particularidades en su modo de vida.

Rodolfo Nicolás Caraballo Escobar, se fugó el 22 de agosto de 2022 de la cárcel de Santiago Vázquez y emigró ilegalmente a Buenos Aires, donde asesinó a dos narcotraficantes —también de nacionalidad uruguaya— , el hombre fue finalmente capturado en Brasil.

En Uruguay, antes de escaparse, Caraballo Escobar cumplía una condena por coautoría de homicidio y porte de arma de fuego. Según consignó La Diaria en aquel entonces, el Instituto Nacional de Rehabilitación constató la ausencia del hombre a las 16:00 hs de aquel 22 agosto de 2022.

Caraballo Escobar asesinó a dos narcos en Argentina, ambos de nacionalidad uruguaya. Primero a Marcelo González Algerini, de 36 años, a quien interceptó el 12 de octubre del 2024 en la provincia de Buenos Aires y le disparó 10 balazos.

La segunda víctima fue Fabián Sturm Jardón, de 42 años, a quien asesinó en su apartamento de Recoleta el pasado 13 de diciembre de 2024.

Tras el segundo homicidio, la Justicia de Argentina conoció por primera vez el nombre de Caraballo Escobar, que surgió después de intervenir un celular.

De acuerdo con lo informado por el diario Clarín, la vida cotidiana de Caraballo Escobar en Buenos Aires tenía varias actividades predilectas. En particular, se menciona que iba todos los días a un gimnasio de Pilar, una zona de alto poder adquisitivo en las afueras de Buenos Aires.

Además, le gustaba salir de noche, sobre todo a boliches del barrio porteño Recoleta. La crónica del citado medio menciona en particular que era frecuente en Cocodrilo, un boliche popular entre la farándula argentina, además, se trasladaba en un auto BMW M235i, valuado en US$ 100 mil.

Después de cumplir con los dos actos de sicariato en Argentina, Caraballo Escobar viajó con una identidad falsa a Brasil, donde se instaló en la localidad de Florianópolis.

La División de Investigación Federal de Fugitivos y Extradiciones, de la Policía Federal Argentina, trabajó para capturar al hombre, cuya extradición a Argentina ahora depende de la Justicia de ese país.

En otros casos los sicarios no logran cometer los crímenes para los que fueron contratados.

En agosto de 2024 la Fiscalía de Rivera investigó a un grupo de sicarios brasileños que llegaron al departamento e intentaron trasladarse en ómnibus a Montevideo para cometer cuatro homicidios.

La fiscal Alejandra Domínguez dijo en su momento que en un trabajo en conjunto con la Policía de Sant'Ana do Livramento y con la Dirección de Investigaciones de Uruguay. surgió que el objetivo de los hombres era tomar un ómnibus hacia la capital del país para cometer cuatro homicidios.

Una vez en Montevideo, esperaban instrucciones para seguir adelante con la ejecución.

Domínguez comentó que supusieron que los individuos, además recibirían armas ya que viajaron sin ninguna. "Es difícil a veces llevar armas en un ómnibus por los registros que pueden hacer".

Consultada sobre la tipificación del delito, la fiscal dijo que el acto preparatorio de un homicidio no es punible. En este caso hicieron un registro e identificación en el momento que estaban por ascender a la unidad de transporte, les incautaron drogas y los tres fueron condenados por un delito de asociación para delinquir.

Escuchá el informe de José 'Pepe' Sena en Las Cosas en su Sitio: