
Ningún cortesano de la Reina Isabel I de Inglaterra en la época Tudor, que abarcó todo el siglo XV, fue tan pintoresco como Walter Raleigh, que se presentaba como explorador, soldado, parlamentario y poeta.
La Corte inglesa influía en las decisiones mundiales, momento que coincidió con la expansión al Nuevo Mundo, y él formó parte de los primeros piratas corsarios ingleses que llegaron a América.
Fundó poblaciones, gobernó territorios e introdujo productos nuevos en Europa, pero también saqueó galeones e incendió poblados que consideraba enemigos. Su influencia sobre la reina iba más allá de los consejos políticos o de estrategias de guerra, ya que además fue su amante.
Su espíritu aventurero, su fanática fe protestante y su amor por la reina Isabel I lo transformaron en una de las personas más famosas de su tiempo.
Pero este tiempo también estuvo cargado de intrigas y traiciones y su final estuvo acorde con los fanatismos de la época.
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